lunes, 18 de noviembre de 2013

Siete letras que cambiaron mi vida

Yo también creía en un mundo donde la amistad fuera causa de alegría y no de prisa en la que el amor fuera el que presionara aquel sentimientos mutuo y satisfecho uno con otro. La sentencia del conjunto de emociones que nos remiten a una palabra tan simple pero llena de significado como la amistad es la única acordada para la sonrisa de un día gris, en donde las personas han azotado su ira contra la pared de la indiferencia humana, contra nadie y contra todos en realidad. Sentencia bendita que es la única que quedará en mis manos cuando los libros hayan sido un mar del pasado en donde el río mismo de la sabiduría constante me exija que vuelva a ellos. Es el estado más hermoso predilecto por una raza tan extraordinaria como el ser humano, que es hermoso por sí solo, aunque es de aclarar que la oscuridad de sus acciones no tiene nada que ver con el pincel de sus curvas. 

Amistad, es una palabra en la que muchos creemos todavía; pero que es amistad sino capacidad de entrega en la que el tiempo no recompensa y el estado neutro no es más que una pausa constante llena de amor fraternal necesaria para la practica intensa de una amistad entre dos seres que son mortales. Y mortales es la palabra favorita que encuentra significado en estas líneas, mortales son los que la ocupación les permite encomendarse cada vez que sufren de la sentencia más importantes que implica una palabra tan poderosa como es la mortalidad. ¡Amigo al que escribo esto y me escucha, amiga a la que escribo esto y me escucha; sabrás que la unión que la unión predilecta no es más que palabras vanas y lo importante es el porvenir! 

Quién soy yo si la amistad me ha convertido en un viajero del tiempo, con una máquina impresionante y llena de magia que transpórtame hacia un agujero de colores impresionantes, en el que viajo a gusto y lleno de sonrisas. Pero sí, esa misma máquina que tortura mi presente y colores resplandeciente y hermosos como el iris, único, intocable, imposible. Gran máquina barata que todos poseemos, y alusión debo aclarar a lo no caro, porque caro en mi realidad, en el mundo que vivo, es no usarla. Sentencias a un hombre común, exaltado por el porvenir, que no ha hecho uso de la magia del iris es el peor actante de este mundo.

¡Oh amistad! Gran sentimiento que la distancia parece tener problemas con el tiempo, y nosotros los hombres que hemos encaminado nuestro destino a grandes pasos del fruto cosechado en el pasado somos ascos para muchos y sin embargo no lo somos para nosotros. Hermosa vista cuando las dos animes se juntan de nuevo, después que el problema temporal se ha hundido en una muerte lenta y placentera para nosotros. Hermoso ese abrazo que te doy, que nos damos, profundo y sin palabras, no las necesitamos, por qué una emoción sentenciada se pierde en el olvido cuando la interferencia terca suena a sus espaldas. ¡Oh silencio, dulce respiración casi sorda pero llena de vida, la que me hace recordar que estamos juntos y no es solo una ilusión más de mis noches!

Pero claro existe un amigo más grande que todos, con el que naces y mueres, el único amigo en el que confías plenamente porque tú vida ha sido entregada a él cientos de veces y no ha defraudado. Un ser humano, el más hermoso a tus ojos, es él, tu gran amigo que nunca descuida los días de pesadez que ocultas en el interior de anime. Curioso es cómo la única persona capaz de callar tu ser en su complejidad es el único que sabe leer el misterioso lenguaje que en él, que en mí, se haya. ¡Oh amistad, hermoso sentimiento que has nacido en mí cuando viví y cuando lo vi! No lo recuerdo y ese es esplendor de mi felicidad, pues consciente ya sabía que era la amistad.


para: J.A

Azucena

Azucena era una mujer de mediana edad, estatura promedio, tez morena de ojos cafés, nariz redonda, labios chicos, cachetes grandes, su silueta se notaba cansada y cada día que pasaba, la juventud se le escapaba por las caderas y a ella ya no le importaba. Las preguntas fueron disminuyendo con los años y las acciones aumentaron su número, Azucena vivió en mundo ilusorio y transitorio que ahora le golpea sin piedad, y este le abre los ojos y en su mundo se encierra. No hay a donde escapar, su hogar inunda las penumbras de su pensamiento y está confundida, vive confundida pero ella no lo sabe; cree que caminar por el mismo concreto polvoso todos los días es la felicidad que una mujer debe poseer para poder encarnar un hijo propio, tener una excusa a su frustración. 

Toda su familia ha pasado por lo mismo que ella está  atravesando, naturalmente, pero ella tendrá un fin distinto que encontrado tras las líneas escritas de grandes genios tumbará un nuevo camino a su existencia, o eso es lo que se pensaría al otorgarle oro impreso. La duda sigue recayendo e impulsando, cada vez más, un futuro desastroso lleno de miseria y falsos lujos egoístas. Azucena, mujer normal, mujer promedio, qué es lo que te hace diferente a todos que no quieres aceptar y sin embargo te identifica, como a un hombre sin cara de humano entrando a un negocio antiguo que algunos atreven a llamarle burdel. El sucio metal valorado.

Querida Azucena pasan los días, pasan los años y sigo esperando cobrar la apuesta contra el destino fijo que te pertenece, aunque no lo quieres aceptar. ¡Dónde han quedado las esperanzas que viese en esa niña observando su frío reflejo lleno de cálidas acciones que cada día pierdes! No podría enunciar que la culpa no te pertenece por completo pero la complicidad humana me permite ignorar las palabras de viejas voces de sabiduría y abstener parte de la culpa que en ti remite silenciosa y sin peso. ¡Claro, sin peso, cómo alguien así puede cargar con ese peso tan indigno de la ignorancia! Porque los sabios han repetido en varías ocasiones con aliento exasperado y silencioso que solo sienten la carga verdaderamente humana los que están listos para soportarla. 

Han pasado varios años de que la esencia tan impura que en tu cuerpo yace se ha separado por fin de la pureza que guardaba tu alma, y esta ha recaído en una nueva esperanza, con oportunidades infinitas y libres. ¡Oh Azucena solo has logrado lo que tu antecesora pudo lograr, pero no has comprendido el poder de tu polaridad! Las voces cuentan que mi voz no tiene lugar en un espacio como este, en el que solo sus voces son las que cantan las sinfonías de su propio futuro y rigen el bien y el mal a placer. ¡Oh Azucena he perdido mi apuesta con el destino ahora ya no nos queda tiempo!

viernes, 1 de noviembre de 2013

Identidad vs Imagen


Nuestra identidad empieza desde mucho antes que nacemos. Es en el acto sexual en donde se pronuncia nuestra primera sentencia, lo que me hace preguntar si realmente tenemos libertad o solo es una figura inalcanzable e ilusión del hombre como podría comparársele a un iris. Gracias a la combinación de genes de los que fuimos concebidos para la creación del cuerpo físico es el aforismo de nuestras capacidades, de las cuales no podemos escondernos ni cambiarlas. Así mismo los genes hereditarios nos proporcionan una confiable referencia de los estímulos externos para la comparación de los dichos con la libido y aversión. En esta primera parte de nuestro nacimiento del que, recordemos, por el marco legal no somos considerados como humanos – aunque ya hemos sido dictaminados gran parte lo que será nuestra futura identidad – también, ya, se determina que tan proclive somos en percibir una emoción. 

En la niñez aún no somos capaces de razonar, ni de la abstracción necesaria para comprender está cualidad tan humana. Sin embargo, si desarrollamos parte fundamental del sentir emocional: conocimiento empírico. Nuestro sistema nervioso está diseñado, ya, con referencias esenciales para identificar el libido y la aversión, es ahora tiempo de que clasifiquemos dichos sentires con objetos o acciones para, en una instancia primitiva, sobrevivir. Claro esta que esta búsqueda por las diferentes emociones que el cuerpo nos puede proporcionar no está sino sentenciada por las normas sociales que recaen en nosotros cuando se educa. Momentos más tardes el razonamiento está desarrollado casi por completo y se empiezan a cuestionar las dichas normas sociales y se quiere entender de fondo la redacción de las mismas. Claro está que desistir en la tarea antes mencionada es común, puesto que el libido es muy difícil que se encuentre en forma de razonamiento y pensamiento, sino es aversión claramente. 

Puesto que también en la etapa infantil nos encontramos con los momentos precisos en los que nuestra libido y aversión toman la tarea de etiquetar los objetos y acciones que van acorde a cada definición el subconsciente y el inconsciente toman un papel fundamental en la precisa encomienda. El subconsciente es el que nos permitirá recordar las acciones y experiencias de dichas etiquetas, mientras que inconsciente es el que suprimirá las emociones que se experimentaron en experiencias dolorosas o traumáticas. La pregunta radica entonces, ¿podemos realmente tener identidad o estamos a expensas de la imagen?

Ciertamente en estos sintetizados párrafos se ha propuesto explicar como la identidad como lo que se ha concebido como esencia de nuestra existencia, dicho en otras palabras, el núcleo de la diferenciación de cada uno de nosotros y que no se puede cambiar aunque sí suprimir. Por otro se comprenderá como imagen a la expectante tarea de convertir, transformar u oprimir las percepción de las emociones motoras de un ser humano. En otras palabras las experiencias, educación, normas sociales y presión social son consecuencias inminentes de la imagen cual se percibe que se debe tener, por consecuencia es imposible determinar el nivel de percepción y sensibilidad de las emociones se remite que mínima y primerísima expresión de vida. Es inminente mencionar que la respuesta a la consigna debiese de ser no por la contaminación de la percepción y opresión de las emociones mismas por vivir en comunidad, no podremos dejar de mencionar que el individualismo estará incompleto mientras que sigamos viviendo en grupo. Todos somos parte de una opaca imagen ocultando a un bello yo.

domingo, 20 de octubre de 2013

Para T

Tal vez hemos cumplido el deber de soportar el uno del otro, como si fuera una necesidad imperativa en nuestras vidas. Ahora ya es puro disfrute coloquial el que nos otorgamos libremente, es cierto que las preguntas que alguna vez rondaron como ciclos infinitos en tu mente, ahora ya no son necesarias como en aquél entonces. Sin embargo, he de admitir que algún día futuro lo serán y probablemente caigamos en la misma instancia anterior, pero ahora es tiempo de alegre secuencia, aunque relativa claro está por la actitud que se tome ante ella. En la líneas que escribo solo puedo imaginarme la tentación de observar el rostro muy tuyo de felicidad y probablemente nada entender de lo que podré escribir, si esto es verdad lo más sensato es que tu risa se haga presente. Tal vez he perdido la interpretación de premoniciones que tantas veces te ha hecho soltar la felicidad en una sonrisa, pero hoy quien soy yo sino un extraño que te intenta escribir con el corazón una parte de lo que ha vivido contigo.

 Recapitular los instantes que más hemos disfrutado sería solo viajar sobre viejas memorias consumidas por el tiempo, se me hace insensato y me produce náuseas hacerlo. Por lo que ahora solo hablaré de algún deseo que me gustaría compartirte a ti el día veintiuno. Es posible que encuentres a personas interesadas utilizar tu rostro como una máscara para encontrar lo que desean, esta clase de personas está donde menos te lo esperas y tienen nombres conocidos, es más hasta podría ser yo. Claro que la advertencia podría ser enfatizada en una ocasión donde la ilustración sea tu vida, algún día llegará ese momento y creo fervientemente que no necesitarás de un juicio externo para analizar y saber que es lo que pasa.

Aunque parecen pocas solo hoy tengo dos cosas que decirte. La primera ya está dicha, pero la segunda es un tanto más importante por toda la carga empírica que recae sobre ella, tal vez hasta poética podría sonar o solo te parecerá una oración patética con sentido abstracto; eso es lo interesante de la siguiente dicha. Si tomará el mundo por sus dos extremos y los intentará separar pese a toda su uniformidad, muy probable que lo lograría sin hacer mofa de lo inerte que es el planeta. Pero, ¿cual sería la necesidad de romper en dos la uniformidad de un cuerpo? Posiblemente pensarás que solamente mi gran egocentrismo es la motivación principal y única de tal acción, puesto que no es así esta acción tiene un sentido más generalizado y aunque demasiado abstracto es posiblemente la mejor manera de explicar lo que redunda en mi mente. La uniformidad y balance de cualquier cuerpo sostiene sus características y propiedades solamente cuando está junto, esto significa que al separarse existe una gran revolución de altercados que fastidian la homeostasis del ser en cuestión.

Es por lo anterior que la gran maravilla que debemos mantener es una uniformidad de nosotros mismos. Posible es que tu mente de vueltas en este momento aunque yo confío en que has digerido el mensaje dicho. En los seres humanos la uniformidad es la mente y el cuerpo; aunque mayormente que mente me gustaría llamarle alma – sin embargo no es mi primera opción puesto que no hay sustento científico que sustente esta segunda o al menos que yo conozca. Es importante que la siempre controles quién eres, tal vez la dirección que tome tu vida no es de lo más importante puesto los planes son solo suposiciones inexactas que deprimen. El alma controla al cuerpo, así se consigue la homeostasis de la vida. La pregunta en cuestión siguiente que sugerirás es: ¿cómo hago eso? Desgraciadamente es una pregunta con respuesta única e individual, lo único que es posible para mí mencionar es que no es fácil llegar a esa respuesta con verdad no absoluta y en constante cambio. Espero que te haya hecho pensar, si no fue así creo que he fracasado el día de hoy. ¡Felicidades!

Derrumbe

¿Cómo encontrar algún afecto tardío en los labios siniestros del pasado? El tiempo derrumba, poco a poco, la simple pero añorada luz eterna que sigue viva en mí, escasa y pequeña. Y ahora que el pasado se ha vuelto presente, mi mente sucumbe ante la irracional consecuencia que lo dicho contiene. Es una enfermedad sin bondad que me ataca, hermosa y placentera en los momentos que se agrandan  por causalidad del tiempo que se detiene. Pero en momentos caigo víctima de su placer constante, soy el juguete predilecto, aunque nunca único, de este sin nombre etiquetado por los hombres. Inútil ha sido mi esfuerzo de levantarme victorioso de esta batalla eterna, solo consigo recordar el pasado, que aunque volviéndose presente, no proyecta mi mente un futuro que es lo único cierto que me regresaría al normal de ser humano.

Y es como aveces pienso que mi lucha no termina hasta que la respuesta máxima y verdadera, única, es encontrada por mi aventura en esta vida. Nunca sucumbo pero si me debilito ante la incógnita predilecta, tal vez lo que me lleva a una oscura barricada es la soledad no bien correspondida conmigo mismo. Mis pies torpes nunca pueden dar un paso sin antes ver que el abismo ya no es peligro en el sigue tacto con la superficie, ese el gran defecto de mi acción. Sin embargo, a oscuras, es imposible observar con detenimiento el barranco en el cual caerá mi alma y es esa mi mayor incertidumbre, ¿en verdad existe tal abismo profundo y oscuro del que tanto temo? Será mi miedo pensante y no solo instintivo lo que me hace imaginar la gran caída que a mis ojos no se muestra, ese incesante recorrer de mi sangre hacia las extremidades inferiores de mi cuerpo, listas para llevarme lejos del lugar precisado.

Es confuso ideal marcado por mi mente e inconsciente, donde mis deseos más poderosos yacen escondidos de las normas sociales y prejuicios comunes, están seguros dentro de mí. Porque lo anterior dicho es causa principal de mi vida y las acciones que llevo acabo, sería poco lógico e hipócrita pensar lo contrario del verbo actuado en mi vida. Gran desdeña la que me provoca, y me atrevería decir que a todos, estas limitaciones seguras que nos hemos impuesto para sobrevivir en paz y armonía. Y es por eso que el espacio donde mi mente busca caminar es oscura e insegura, porque en verdad no me conozco lo suficiente para tener un juicio mío, que naturalmente, está escondido por mi cerebro. 

La irracionalidad de mis pensamientos con las acciones que promuevo poniendo delante de ellas mi identidad es impresionante y hasta quizás absurda. Pero los vagos recuerdos que prevalecen en mi memoria me hacen entrar en un ciclo de sucumbe continuo de la enfermedad mencionada, de la que no hay cura hasta la aceptación de la misma. Y se podrá pensar por qué no es aceptación por mía parte, y es eso lo que confunde mi racionalidad, la aceptación. ¿Cuál sería el miedo de aceptar mi destino o más bien mi único pasado? Esa es la pregunta en cuestión eternamente discutida por mí, en la que mi cognición, no evolucionada lo suficiente, se entorpece y agranda las inseguridades que prevalecen como una simple suposición de lo que existe adelante de mí. 

Sigo en la búsqueda de esa luz, que como ya he mencionado está en mi interior cegada por el tiempo, pero viva. Desesperante acción la que por lo pronto me obliga la paciencia necesaria por encontrar un camino ideal. Sí he de aclarar como antes que no soy el único acreedor de está enfermedad terminal, sino que todos los hombres la padecemos y disfrutamos sus encantos; sin embargo también sus dolores. Somos, sin excepción, portadores que comparten esta maravillosa enfermedad y creamos en los demás toda clase de efectos. Sin embargo, empíricamente toma la dicha diferentes significados y es por eso que hoy la enfermedad mía parece estar retrocediendo y aumentando sus efectos.

Emociones - Aversión y Libido


Es imposible determinar de una forma cualitativa o cuantitativa la pregunta en cuestión, puesto que cada humano, cada mente, cada autor del conocimiento debería ser libre a interpretación. Llegando a la conclusión de que solo somos informantes que hemos recaudado parte – muy escasa – de información la cual se debiera conceder a la libre interpretación de la misma.

Debemos empezar comentando la teoría evolutiva de Darwin, que sin ser una verdad absoluta es la más aceptada en la comunidad científica, en la que los hombres hemos desarrollado todas las cualidades que tenemos de nuestros antepasados. Lo anterior es conjunto de la evolución de todos los seres vivos, es decir, que nuestro cerebro es, en cierta medida, muy parecido al de otros seres que integran el reino animal. Este extraordinario órgano tan desarrollado en el hombre es el que nos ha permitido ser la especie dominante en la Tierra, y es por eso que no solo somos instinto andante sino que la razón ha intentado dominar nuestras acciones, aunque sin efecto absoluto. 

Las emociones son sensaciones que han sido desarrolladas a lo largo del tiempo en el cerebro, cuya finalidad es generar una reacción en nuestro comportamiento con base y guiada por la sobrevivencia o placer – que Freud llamará posteriormente libido. Estas acciones se conocerán como instinto, cada ser del reino animal tiene instinto; pero lo que diferencia a los hombres es la razón y es aquí donde la cuestión planteada entra en un dialogo y discusión constante. ¿En qué medida el proceso evolutivo marca las diferencias entre la susceptibilidad de algún hombre sobre las emociones, en otras palabras, si las emociones son externas a nuestra voluntad y vienen prescritas desde mucho antes de nuestro nacimiento (genéticamente)? ¿En qué medida el aspecto sociocultural afecta dichas emociones, y más aún yo diría, el significado del libido? 

Las emociones han sido siempre esenciales para la sobrevivencia humana, remontémonos a la edad de piedra e imaginemos que un dientes de sable está apunto de atacarnos. Nuestro cerebro, por medio de la sensación óptica, identificaría que nuestra vida está en peligro y produciría reacciones químicas que nos producirían miedo. La sangre de nuestro cuerpo se concentraría en nuestras piernas y los niveles de adrenalina en nuestro cuerpo estallarían. Muy probablemente estas reacciones serían las causales de nuestra sobrevivencia. Hay un punto en el que nuestro cerebro está diseñado para reaccionar instintivamente de acuerdo a una situación, está es quizá, lo incontrolable por el hombre. 

Cada ser humano tiene información genética diferente por lo cual la reacción de cada uno de nosotros sería diferente a cada situación. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar a la cultura y al conocimiento empírico como desde una barrera de pensamiento egocéntrico, sociocentrista o mágica que influye en nuestra percepción cerebral de libido o aversión ( que sería finalmente todo lo relacionado con lo que te hiciera daño o placer según el significado de cada cultura ). 

La cultura es influencia directa del conocimiento empírico, más aún en las etapas más tempranas de la vida, es decir, la infancia. Las tradiciones de alguna comunidad son en el sentido extremo de la palabra los más significativo de cada una de ellas, y es lo que se identifica como libido o aversión. En las diferentes culturas podremos observar miembros de comunidades que sufren físicamente por alguna causa divina, la aversión física en dichas comunidades es menos poderosa que la aversión espiritual por lo que el libido se transformaría en dolor o penitencia como un intento de eliminar la aversión espiritual. Las emociones serían entonces de excitación más que miedo. 

Es importante hacer notar que si este razonamiento se llevará al extremo como toda teoría digna se debiese de llevar, el resultado final sería un constante cambio de significación del libido y aversión cuando se llegase y conviviese con otra cultura. Sin embargo, apoyándonos de Freud, podremos afirmar que la etapa en que la cultura nos influye y la seguimos ciegamente es en la infancia, cuando la cognición falta en desarrollarse. Cuando esta desarrolla por completo, entonces, ya tenemos prescritos los significados de libido y aversión. 

También es menester indicar que el conocimiento empírico del libido y la aversión en su más puro acento personal está guardado en el inconsciente listo para salir cuando las normas sociales no ejerzan la suficiente presión. Esta es nuestra naturaleza que es oprimida por la cultura, leyes, religión, con base a las emociones. Estas últimas son, en conclusión, maleables por el conocimiento empírico gracias a la necesidad de pertenecer a una comunidad; pero aún así nuestro más íntimo significado de libido y aversión está dentro de nosotros, en el inconsciente, esperando a ser liberado por nuestras acciones.

sábado, 19 de octubre de 2013

La mentira más grande del mundo

El intento por reencontrar tus inicios te remonta a un segundo intento por revivirlos sin importar la causalidad futura de tus acciones. Es buscar de alguna forma una parte que no te pertenece, en la que tu ya no eres necesario para lograr que las acciones se conjunten de forma efectiva en la búsqueda de la felicidad de los integrantes del mismo. Es una razón regida por emociones que ponderan tu comportamiento, no he de decir que no hemos tenido total culpa de lo que hemos realizado sino que la causalidad misma que nos ha llevado al preciso instante de búsqueda vana nos logró debilitar. Si  insensatamente tenemos que suponer cualitativamente el logro de nuestras acciones, es también insensato entrar en un dilema sobre las diferentes interpretaciones del pasado. 

La vida, tal vez, ya no tiene ningún sentido, y es por lo que te das cuenta, día a día, que la afirmación existencial crea un desaliento profundo en los seres que conocen el intento máximo de explicarnos. No soy creyente en las oportunidades sorpresivas, sino en una constante búsqueda sin sentido que poco a poco nos atrae a una pantalla existencial donde, ahora, ya todo es premonición. La anterior, sea la mentira más explorada por el hombre para soportar la supervivencia mental en este mundo, es quizá la más recomendada antes de morir.

Todo lo anterior radica en un sentimiento supremo, que días antes he discutido y la conclusión no ha llegado a su fin, nunca lo hará. Es tal vez el más desconcertante, por nuestra naturaleza, y está diseñado para solo durar tres años o menos; lo que de ahí se expande es el concepto racionalizado de dicho sentimiento, una norma social tan poderosa que no nos permite pasar por desapercibidos ni un momento. Es un algo tan misterioso que simplemente hemos intentado nombrar para sentirnos con el remoto deseo de control sobre él. Un control que no tendremos. 

Es menester cuestionarnos en todo momento si el amor monopolizado o racional – es el conjunto sociocultural y normal que nos encadena a un solo matrimonio – es realmente amor. La consigna de seguir forzando un sentimiento tan profundo como el antes dicho es la causalidad de la separación abrupta final, aunque es evidente que dicho final ya estaba prescrito en un amor no monopolizado o natural. El sentimiento máximo no es más que el misterio más grande enfrentado por el hombre, algunos autores románticos se permiten el descaro mágico de invocar la naturaleza del hombre sobre la razón del mismo, como símbolo de victoria absoluta.

Es impresionante la fuerza de un amor racional que ha hecho permanecer juntos a gran mayoría de parejas, aunque cuestionarnos si realmente es un sentimiento como románticamente grandes escritores han publicado o simplemente es egocentrismo y sentimiento de seguridad. Algunas de las grandes teorías políticas de todos los tiempos, como El Leviatán o El Espíritu de las Leyes, desnudan al hombre y lo muestran como un ser egoísta que se junta con otro de la misma especie para sobrevivir. Esta afirmación filosófica hay trascendido hasta nuestros días y es causa principal del cuestionamiento anterior dicho. Sin embargo, el amor no se creó sino después de la primera formación de comunidad humana por lo que los intereses de un hombre seguro cambian radicalmente en comunidad, dichos intereses son más bien apegados a la soledad que es otro de las muchas emociones inmersas en un plano tan extenso como la mente humana. 

La soledad es, en comunidad, el detonante predilecto de una serie de emociones depresivas que son causalidad de un pensamiento de unión. Pero, ¿cómo hemos llegado a la conclusión de que dicha soledad no se nos permite transcenderla con la poligamia? Una vez más el contexto sociocultural es clave en esta opresión de la expresión del sentimiento mismo. Se debiese profundizar en la evolución de un cambio constante de mentalidades en este aspecto a lo largo de la historia, pero bien sería desviar el tema demasiado. Aunque solo mencionaré que la poligamia era una actividad económica en los pueblos que se realizaba, la sobrevivencia de la comunidad, ahora, se junta con el amor. En este sentido no hay diferencia con la monogamia que se practica hoy en día. 

Todo parece indicar que el amor es solamente un contrato socioeconómico egoísta, combinación del amor natural y el amor racional. Aunque una vez más hemos cometido el agravio de involucrar nuestra instancia en comparación a el sentimiento predilecto que es imposible racionalizar con teorías, puesto que es subjetivo, aunque se ha intentado. Mi deseo en este grito de culpa no es más que intentar llamar a un amor real que cumpla, no con los requisitos completos impuestos por la mente utópica que todos poseemos, sino con la mayoría de ellos y que juntos experimenten la búsqueda de la felicidad; fin último de la pantalla existencial del hombre, si todo lo anterior es cierto la mentira más grande del mundo es seguramente la más hermosa.