martes, 16 de abril de 2013

El amor I

Habría que aprender a amar. ¿Será imposible utilizar alguna medida para que se aprendiese a amar? Lo he pensado bastante los últimos días y en muchas ocasiones la respuesta es sí en otras no, hasta he llegado a pensar que es un absurdo pensamiento que de nada va a servir o a nadie interesar. He aprendido en estos últimos días que las trivialidades valen más que una plática con verdadero sentido, con algo que decir, tan es así que hoy en día hablamos por hablar y cuando hablamos porque tenemos algo que decir se adjetiva la conversación con un término poco usual "intensa". Para poder aprender a amar primero se requeriría alguien que supiera amar y que nos enseñara que es el amor, es impresionante como podremos creer toda una vida lo que realmente para nosotros es amor, pero en realidad es una deformación del mismo. El amor es tan perfecto que a un humano es imposible que lo llegue a dominar en términos posibles entrara en un balance perfecto con él si desprestigiarlo o minimizarlo. Miré a los libros de texto y me encuentro con personajes que en verdad han sabido amar, todos tienen el mismo principio, pero la forma en que la expresan es con fines distintos y a la vez el mismo. Aunque aún no llego a concordar si la finalidad de nuestro propósito para amar es lo que nos hace tomar caminos diferentes para diferir en el mismo principio del amor, para tener fines tan distintos y cercanos. Si está pequeña hipótesis es correcta entonces nadie tendría que enseñar a amar puesto que cada quien tendría su camino para encontrar el sentido del amor. Pero ahora me siento un poco más lejano de mi objetivo, ya que ahora estoy expresando el amor como una herramienta que sin propósito no se podría usar, ni siquiera conocer. En un instante sentí el amor como un medio elitista que solo aquellos dignos de él podrán tener acceso a todas sus funciones, algo capitalista. Es entonces, ahora, el amor el balance máximo del hecho cuyo principio se cumple con la finalidad sin tenerla esta establecida en un presente sino que se forja con el futuro, siempre indeciso y a consideración de nuestras decisiones. 

CGRGC

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